La fabada asturiana es uno de los platos más conocidos y representativos de la gastronomía española, especialmente de la región de Asturias. Se trata de un guiso de alubias blancas, compango (chorizo, morcilla y tocino) y verduras que se cocina a fuego lento y que suele acompañarse con sidra asturiana. En este artículo te contaremos los secretos de su sabor tradicional y cómo prepararla correctamente.
La fabada asturiana tiene sus orígenes en la época romana, cuando las legumbres eran un alimento básico para la población. Durante siglos, las alubias eran una parte fundamental de la dieta asturiana, aunque la fabada en su forma actual no comenzó a popularizarse hasta el siglo XIX. Se cree que su receta original proviene de las zonas rurales de Asturias, donde se empleaban ingredientes locales y se cocinaba en la lumbre.
Con el paso del tiempo, la fabada se convirtió en uno de los platos más conocidos y emblemáticos de la gastronomía asturiana, llegando a ser considerada como el plato más famoso de la región. Hoy en día, la fabada se consume en toda España y en diversos países del mundo, siendo un referente de la cocina tradicional española.
La fabada asturiana se caracteriza por ser un plato muy contundente y sabroso, que se cocina a fuego lento durante varias horas para que los sabores de los ingredientes se mezclen y potencien. Suele ser un plato que se consume en los días más fríos del invierno, ya que su alta cantidad de calorías y grasas es ideal para combatir el frío.
En cuanto a los ingredientes, la fabada asturiana se hace con alubias blancas (faba asturiana), compango (chorizo, morcilla y tocino) y verduras como cebolla, pimiento y ajo. La sidra asturiana también suele ser un acompañamiento habitual para este plato.
Para preparar una fabada asturiana tradicional es importante utilizar los ingredientes adecuados. Las alubias blancas tienen que ser de la variedad faba asturiana, ya que son más grandes y mantienen mejor su textura después de la cocción. El compango (chorizo, morcilla y tocino) también es esencial, por lo que es importante elegir productos de alta calidad.
Un truco para que las alubias queden en su punto es dejarlas en remojo la noche anterior a la cocción. De esta forma, se ablandarán y cocinarán de manera más uniforme en la elaboración del plato.
Para cocinar la fabada asturiana, lo más recomendable es utilizar una olla de barro. De esta forma, se consigue un calor más suave y uniforme que permite que los ingredientes se cocinen lentamente y se mezclen mejor los sabores.
Es recomendable no remover demasiado la fabada durante la cocción, ya que esto puede hacer que las alubias se rompan y pierdan su textura. Conviene mover la olla de vez en cuando, pero siempre con cuidado y sin remover demasiado el contenido.
Una característica fundamental de la fabada asturiana es que se suele acompañar con abundante sidra asturiana. La sidra asturiana es un vino de manzana que combina a la perfección con los sabores fuertes de la fabada, y además ayuda a digerir mejor el plato.
La fabada asturiana es un plato muy versátil que admite múltiples variaciones. En algunos lugares se le añaden más ingredientes como patatas, zanahorias o incluso marisco. También hay quienes prefieren un compango más ligero, o que utilizan alubias de otros tipos para elaborar la fabada.
Sin embargo, hay una variación en concreto que es muy popular en Asturias y que merece la pena mencionar: la fabada de la categoría extra. Esta versión se hace con los mejores ingredientes, como las alubias de la variedad de faba asturiana extra, un compango de chosco, lacón, panceta, chorizo, morcilla y jamón, y una fritada de verduras de alta calidad. El resultado es una fabada con un sabor excepcional y muy suave al paladar.
La fabada asturiana es uno de los platos más representativos de la gastronomía española, y es un homenaje a la tradición y a los productos de calidad que se emplean para su elaboración. Si quieres disfrutar de una fabada asturiana deliciosa, no dudes en seguir nuestros consejos y elegir ingredientes de alta calidad para su elaboración. ¡Buen provecho!